jueves, 10 de diciembre de 2015

Aquellas primeras pruebas

No hice caso del todo a mi ginecóloga, sólo me hice la analítica de hormonas y él su espermiograma.

De regreso en la consulta, le entregué los resultados a mi ginecóloga:

-         Todo esto está normal, según las pruebas no entiendo por qué no te has quedado embarazada, la citología ha salido perfecta. ¿Donde esta la histero?
-         No me la he hecho
-         ¿Por qué?
-         Me da miedo, es invasiva, y lo del contraste… no sé
-         Ya (con cara de regañina)
-         ¿No hay algo que pueda tomar que me dé un empujoncito?
-         Mira te voy a mandar un par de ciclos con estas pastillas, pero escúchame, no pierdas más tiempo y hazte la histerosalpingografía ya.
-         Vale

Y de allí me fui, teniendo más claro que el agua que no me hacía la prueba, me iba a tomar mis pastillitas y me quedaría embarazada.

Desgraciadamente no funcionaron, y me planté el tercer día del ciclo en la sala de espera del hospital, para hacerme la dichosa prueba del demonio.

La histerosalpingografía es una prueba diagnóstica que sirve para dar información sobre el estado de las trompas de Falopio, nos dirá si son o no permeables, es decir, si hay alguna obstrucción o, por decirlo de alguna forma, las vías están libres tanto para que circule el esperma para fecundar como para el embrión para viajar al útero.

Yo estaba muy nerviosa, no sabía que saldría, si me dolería, lo de siempre, miedo a lo nuevo. Y realmente por culpa de mis nervios fue horrible porque no eran  capaces de ponerme el espéculo. ¿Tensión, miedo, estrés y espéculo? Combinación fatal

Tras mucho rato tuvo que venir a hacerlo un ginecólogo, me armé de valor y pudieron hacerme la prueba, simplemente puesto el espéculo se introduce una cánula ultrafina imposible de notar, y a través de ella se vierte dentro un contraste que inunda útero y trompas mientras ven el proceso en un monitor. Si el líquido pasa por el útero y recorre las trompas hasta el final, está todo perfecto. Si el líquido se atranca en una o las dos trompas, pues mal, hay obstrucción. Y ahí estaba, mi obstrucción, en todo su esplendor.

Tumbada en la camilla mirando el monitor ya solo escuchaba al médico como una voz en off que estuviera muy muy lejos de allí:

-         Es solo en la trompa derecha… ¿ves?... la izquierda está perfecta… a ver si echando más contraste de destapa… no… la derecha esta obstruida… pero no es nada… solo que tardarás algo más en quedarte…¿ te haces test de LH?... bla… bla… bla

Y me fui a casa aturdida, en el camino no me dio exactamente bajón o pena, lo que estaba era increíblemente confundida, de repente no entendía nada.
Cuando llegué a casa me senté y sólo concluí en una cosa: A moverse, ¿Cuál es el próximo paso? Si hay que luchar un poco por esto, iremos a por ello


¿Luchar “un poco”? Ja!

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